Siente al Deportivo Cuenca como una parte más de su cuerpo. Cuando pierde un partido, no hay razones para caminar y cuando gana, quiere que el día nunca se acabe. Dice ser el responsable de todo, es el último hombre del barco: un segundo, un descuido, un error será crucial; dependerá de él para que el hincha rojo esté feliz.
Así resume Hamilton Piedra su profesión, de ser portero. “Es el puesto más duro, pero eso escogí. Amo el fútbol, amo lo que hago”, con esas palabras inicia la charla con Diario EL TIEMPO, el número uno del expreso austral.
“El flaco ” bautizado así en el mundo del fútbol, luego de la práctica de ayer en el arco sur del estadio Alejandro Serrano Aguilar se sienta sobre un “muñeco inflable de entrenamiento”, para contar a su afición su vida. Tranquilo, con su voz baja y serena, cuenta que sus días en el fútbol los inició desde muy temprana edad, pero que a los 10 años pisó las instalaciones del Deportivo Cuenca. Diego Zhañay, en ese entonces entrenador de la escuela Aurelio Aguilar, y de las inferiores del club rojo le llevó. “Ingresé gracias a una beca, yo no tenía plata para pagar los mensuales, estuve rodeado por personas muy buenas”, recuerda.
Cuenta que a los 15 años, el preparador de arqueros de esa temporada, Juan Carlos Benítez le llevó a entrenar con el primer equipo del Cuenca.
Con 17 años, debutó en el primer equipo, jugó los últimos 20 minutos del partido ante Espoli. A los 18, fue llamado a la Selección Sub-20 y desde los 20 años es el dueño de los tres palos de los camisetas coloradas. (MRO) (D)
Bien. Jugué ante Espoli un partido que se disputaba la permanencia. Ángel Mosquera se lesionó, y el profesor Soler dijo que era el momento. Calenté e ingresé cuando faltaban 20 minutos. Al siguiente año jugaba uno o dos partidos seguidos.
En 2013, a mis 19 años. Christian Mora se va del Deportivo Cuenca, y a raíz de eso tomo el arco del Cuenquita donde estoy hasta ahora.
Es el peor puesto de un futbolista. Es donde no se puede cometer un solo error, si lo haces estarás en boca de todos, las críticas te lloverán de todas partes.
Sí. Hace unos cuatro años estuve a punto de dejar el fútbol. En las radios y redes sociales me acabaron con full críticas. Incluso pedí a mi familia que no venga al estadio; desde los graderios salen cualquier cosa que les podría afectar a ellos.
Estuve rodeado de gente buena que me dijo que siga, que no les haga caso y mejor que de eso saque más fuerza y aquí estoy, luchando por mis sueños. Los tres últimos años han sido los mejores y quiero seguir mejorando.
Mucha responsabilidad, saber que estás representando y defendiendo los colores de una ciudad. Me siento el primer culpable cuando pierde y el último en festejar cuando gana. Hay golpes que te duelen mucho, que no aguantas, pero por amor a la camiseta y a lo que haces siempre quieres dar más.
Lesiones graves ninguna gracias a Dios. Aunque hay dolores insoportables de otra índole que te impiden hacerlo, pero no me importa nada. Siempre quiero estar con tal de dar una alegría a la hinchada.
El fútbol es una carrera muy corta, dura, exigente y estresante. Hay que aprovechar y disfrutar al máximo.
Es el equipo al que quiero mucho, soy hincha, le llevo en mi corazón. Es el club que me abrió las puertas y me vio nacer y del cual viviré muy agradecido. Siempre quiero que esté arriba, peleando cosas importantes. Espero algún año levantar una copa y dar una alegría a la hinchada.
Con muchísima responsabilidad y dramatismo. Uno como arquero es el que más atento tiene que estar, un segundo mal calculado, sacas la pelota dentro del arco. Quiero evitar que le marquen al Cuenca y permitir que los hinchas salgan alegres de los estadios. El golero tiene que ser el más valiente y aguerrido.
No es solo dinero. Es de mucho sacrificio. Que tu cumpleaños no lo pases con tu familia porque estás viajando, concentrado o peor aún si pierdes el partido, seguro será el peor día. Sin embargo, amo jugar fútbol, y gracias al resto soy feliz.
Siempre. Son bien organizados. Tengo seis hermanos, más mi mamá, mis sobrinas y mis primos, casi todos vienen al estadio.
Soy una persona delgada, flaca, nunca he engrosado. Pero ya voy tomando cuerpo. (Sonríe)
Paso muy ocupado con mis sobrinas, desbaratamos la casa. A veces también vienen mis primos y hacemos algo ahí.
En la mañana voy al entrenamiento, luego regreso a almorzar, paso dejando a mis sobrinas en las guarderías o cursos que ellas practican, luego regreso a descansar un poco, para luego salir al gimnasio. Estoy en curso de guitarra y practico boxeo.
Me llevo con todos, utileros, con los que limpian, los jugadores y hasta con mi enemigo trato de llevarme. (Sonríe). Y dentro del grupo, con Guti (Silvio) amigos desde la infancia, con Diego Ávila, compañeros de colegio, con Uchuari (Jonni) y Oña (Andrés), desde la selección sub-20.
Fue una sorpresa, el profesor creyó en mí. Tengo que defender al equipo, liderarlo dentro y fuera de la cancha.
JM: "Por mis venas corre el Expreso Austral"
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