Cuando puede no deja de agradecer a Dios y a los entrenadores por la oportunidad que le brindan. Desde enero entrenaba con el primer plantel como el cuarto guardameta después de Marcelo Ojeda, Angel Mosquera y Hamilton Piedra. Los dos últimos superan lesiones por lo que este domingo, frente al Emelec, será la segunda vez que entre a la cancha como alternante del Chelo.
“Se siente una emoción grande al saber que se está cumpliendo un sueño”, dice al tiempo que resalta las recomendaciones que le dan sus compañeros de oficio. “Me aconsejan que debo tener seguridad en las manos, un buen achique, buena coordinación… son cosas que poco a poco se va aprendiendo”.
Su carrera deportiva la empezó a forjar a los siete años en el Súper Boys, un equipo barrial. Jugaba como delantero, sin embargo, en la escuela Luis Cordero se dio cuenta que le gustaba el arco y en esa posición se desenvolvió en el interescolar. Sus condiciones lo llevaron al Tecni Club donde se formó hasta los 15 años con el profesor Juan Zúñiga.
Como anécdota cuenta que siempre lo veía pasar por su casa al lateral derecho Andrés López sin imaginarse que llegarían a ser compañeros. Hoy mantiene una buena amistad con el Pollo y ni se diga con José Granda con quien le une una relación familiar ya que su prima es la esposa de Pepe.
En sus tiempos libres juega play station o sale a pasear con sus hermanas de siete y ocho años. En lo académico aspira graduarse como ingeniero automotriz gracias al apoyo incondicional que recibe de sus padres Carmen González y Geovanny Heras.
El joven guardameta cuencano no teme a los desafíos. Asegura estar preparado para actuar ante cualquier eventualidad solo pide a la hinchada que nunca deje de apoyar al equipo y sobre todo a los jóvenes que con trabajo diario buscan ganarse un nombre en el balompié profesional.