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Feb 20, 2014

Luis el “Negro” Díaz deja un legado en el estadio Serrano Aguilar


Nació en una tienda del barrio de El Vado, donde antes la gente no dormía, pues los padres trabajaban en el día y las mujeres por la noche; los hijos ayudaban. Creció en la calle, quiso ser zapatero pero fue imposible: no le dio el oficio. Estudió en la escuela Cornelio Merchán, hasta hace poco Carlos Crespi y ahora Técnico Salesiano. Estuvo en el colegio Manuel J. Calle, instituto que hasta ahora, a sus 78 años, quiere mucho porque le dio su profesión: profesor.
Tras varios años de cumplir con la docencia, pasó a dirigir la desaparecida Dinader, la Dirección Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación, se jubiló y por pedido expreso de Ernesto Cañizares, en ese entonces presidente de la Federación Deportiva del Azuay, FDA, pasó a administrar el estadio Alejandro Serrano Aguilar.
Tras 20 años de trabajo, renunció el martes anterior y ahora descansa en su hogar que está ubicado frente al coliseo Jefferson Pérez, escenario que cuando estuvo al frente de la Dinader se construyó, así como la piscina olímpica de El Batán y la colocación de la iluminación del estadio municipal.
Administrador
El “Negro” Díaz, como la sociedad le conoce a Luis Díaz, aquel ciudadano que por su temperamento se ha ganado más de un enemigo, le dijo adiós a la administración del estadio Alejandro Serrano Aguilar. Fueron 20 años que estuvo al frente del escenario. Su primer sueldo fue de 20.000 sucres.
Lo que más cuidó en el estadio fue la cancha. “La cancha se cuidaba las 24 horas del día, si salía una mala yerba, enseguida cogíamos el fierrito y lo cortábamos”, dice quien, como último deseo quiere cumplir 30.000 días de vida. Idea que nació desde que leyó el libro de Andrés F. Córdoba, Mis primeros 90 años. “Quiero cumplir 30.000 días, para no copiar al autor del libro”, es decir, llegar a los 85 años.
Díaz considera a todos sus enemigos, “porque cuando llegaron al estadio, muchos quisieron utilizar la cancha y yo no les permitía. Ellos creían que, porque el estadio es público, podían jugar a cualquier hora”. Pero también considera que tiene cinco tipos de amistades: los desconocidos, los enemigos, los conocidos, sus hermanos y sus amigos porque él los escogió.
Se considera hincha del fútbol y de un equipo de cada país: Juventus, Real Madrid, Manchester United, Barcelona de Ecuador... Al Deportivo Cuenca le estima mucho, porque es el equipo de la ciudad, club por el cual se alegró mucho cuando fue campeón en el 2004. También sufre cuando pierde.
"A Dios le pido, no le pido venganza, le pido justicia”
"Después de que hagas un mal, nunca esperes un bien”
Costumbre
Ayer, en su casa, a sus 78 años, con sus pocas canas que todavía mantiene, sus arrugas, pies temblorosos, recuerda como si hubiese sido ayer los mejores momentos, mientras dirigía el estadio. “Doy gracias a Dios, toda mi vida fue excelente, no me quejo de nada, siempre fui una persona seria, exigente”, comenta Díaz, mientras camina por el segundo piso de su casa donde guarda una colección incalculable de prototipos de autos, aviones, muñecos, iglesias... Su fanatismo por las cosas pequeñas le ha llevado a visitar todas las semanas los quioscos de periódicos para adquirir las colecciones.
Desde chico, le gusto leer los periódicos, pero como no tenía dinero se iba a una zapatería, ahí colocaban los ejemplares en una vitrina. Después, en el colegio él compraba los periódicos. Cuando se graduó de profesor se fue a Cumbe y sus padres le enviaron los ejemplares por encomienda. Una vez, observó en el puesto de periódicos un carro de colección y desde ese entonces todas las semanas los adquiere.
Foto con Pelé
El “Negro” estrechó la mano y se tomó la foto con Pelé, en la Copa América del 93. Recuerda que para tomarse la foto fue a traerle a Rómulo Ortega, pues no tenía una cámara. También saludó con Ubaldo Matildo Fillol, aquel futbolista que salió campeón con Argentina en el 78. Además del gaucho Óscar Omar Sívori.
Díaz deja la administración del estadio sin ningún resentimiento con la FDA, pero sí con los personeros. “Me juzgaron mal y eso no me gustó, por eso doy un paso al costado; primero renuncié de forma verbal y luego con documentos”, manifestó.
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