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Jun 29, 2012

Andrés López, el gualaceño dueño del flanco derecho

Andrés López empezó a jugar a lo duro, en el cemento, chocando sin miedo con la pierna y el tobillo, pateando la piedra y la tierra. Como el buen jugador sudamericano pulió la técnica congénita en las esquinas del barrio. Con los "shorts" ajados de tanto rodar, con los zapatos chamuscados y las camisetas difuminadas, el lateral derecho de Deportivo Cuenca, que este domingo cumplirá su partido 75 de forma consecutiva ante Independiente, empezó como delantero en el parque Manuel Cruz Orellana del barrio 9 de Octubre de su natal Gualaceo.

Lo mejor de las tardes: ir a la cancha de cemento del parque con los “panas” y vecinos y armar el partido. En el rato de cotejar López era el más requerido por ambos bandos. Le tenían como una “bala”. Era rudo, además, y le pegaba a la pelota como un bate.

Le gustaba jugar de puntero, a los ocho años. En esa posición se ubicaba en la cancha del parque luego de armar los cuadros. No había quien lo pare. Ni arrancándole la camiseta podían romper sus escapadas.

Esos dotes de extremo clásico y su explosiva velocidad no pasaron desapercibidas para el entrenador de la escuela Brasil donde Andrés López estudió la primaria. Por eso el director técnico lo ubicaba siempre como puntero. Y no solo era el gestor de las jugadas, sino como hoy lo hace en Deportivo Cuenca sus centros caían al area como misiles a tierra, al lugar elegido, al corazón del área, con fuerza y velocidad. Son los centros que duelen, que lastiman.

“El técnico de la escuela me ponía de delantero para aprovechar mi velocidad. Ese era el puesto que más me gustaba”, evoca López, hincha confeso de Deportivo Cuenca y admirador desde siempre de Ronaldo.

Todo cae por su peso. Sobretodo el talento. Dejó como multicampeón la escuela Brasil y pasó al colegio Santo Domingo. Las jornadas goleadoras no pudieron repetirse en la secundaria porque la institución no participaba del campeonato intercolegial. Sin embargo, López ya estaba enrolado al entonces Liga de Gualaceo, que luego pasó a llamarse Gualaceo Sporting Club.

Allí, más maduro, jugaba de volante derecho. Despuntó. Metía goles, generaba fútbol ofensivo y además tenía capacidad de marcaje. Era un polifuncional del flanco derecho.

Gualaceo SC le empezó a quedar chico. Su tío Sergio Cabrera lo advirtió así. Todo cae por su peso. Cabrera tuvo la sensibilidad para dimensionar los alcances del juego de Andrés López. Por eso, a los 13 años, una mañana de enero de 2006 Cabrera y su sobrino cogieron un bus y vinieron a Cuenca.

Era tarde de pruebas en plena pretemporada de Deportivo Cuenca y Cabrera y López llegaron de tarde al parque El Paraíso. Andrés era uno más de los 100 chicos que buscaban un lugar en la sub-13. Fue, sin embargo, uno más hasta que entró a la cancha y César Bermeo lo vio jugar.

”De qué quieres jugar”, preguntó Bermeo, y López pidió que le ubicase de volante derecho. López la rompió y fue uno de los elegidos. Ya no era uno más.

Ascenso
Fue siempre titular fijo. Pasó a la sub-14, a la sub-15, a la sub-16, a la sub-20, categoría a la que fue ascendido por Luis Leguizamón. Siempre lo hizo como volante derecho. Pero un día de junio de 2010 Luis Gustavo Soler llegó más temprano al estadio Alejandro Serrano Aguilar para mirar el partido de las reservas de Deportivo Cuenca. Miró jugar a López y después del partido lo mandó a llamar. “Serás mi lateral derecho”, le dijo el entrenador argentino.

Al siguiente día Andrés López llegó al predio de Patamarca para integrarse al primer equipo. Llegó con 17 años. Un mes más tarde, en julio, debutó en primera. Entró 12 minutos ante El Nacional en el estadio Alejandro Serrano Aguilar. Fue suficiente. Dos fechas después Soler le notificó que jugaria de titular ante Barcelona, también en el predio local.

“La noche anterior no pude dormir. Estaba muy nervioso. Esa noche y después jugar ante Barcelona han sido hasta hoy los momentos más especiales de mi carrera”, cuenta López, menudo, supuestamente bajo para ser futbolista, aunque tiene perdón porque es lateral derecho, y uno muy veloz. Ha ganado masa muscular, fuerza y seguridad, algunos de los patrones por los cuales no aflojó más el puesto en el equipo colorado.

Es el lateral derecho de marfil de Deportivo Cuenca. Es duro para marcar, veloz, férreo. Nadie lo mueve. Hoy cuenta nada menos que 74 partidos con el equipo colorado. Lleva un año y medio sin parar de jugar porque además de su talento es disciplinado y seguro. No se muerde la camiseta ni se achica ante nadie. Mete la pierna sin miedo y le gusta filtrarse en el área como cuando era chico. Le gusta ganar la raya y meter centros que lastiman y confunden a los centrales, como cuando lo hacía en la escuela Brasil y en el parque Manuel Cruz Orellana de Gualaceo.
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