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Sep 27, 2012

El misterio envuelve a Deportivo Cuenca

Llueve sobre mojado, como dice Fito Páez. El ambiente es denso en el feudo de Patamarca. La historia se ha extendido hasta provocar ángulos innecesariamente dramáticos. El drama en el fútbol se saborea, y mucho, pero solo en la cancha, en los partidos. En los entrenamientos sobra. Y eso pasaron ayer otra vez los jugadores de Deportivo Cuenca en medio de la preparación para recibir el domingo a El Nacional. Ya lo vivieron el martes. Ese día se entrenaron amarrados de intriga ante la ausencia de Luis Gustavo Soler. El DT se reunió casi cuatro horas con los dirigentes buscando las cifras y condiciones que determinen su adiós o permanencia en el club. Las aguas se han agitado luego de dos hechos concretos que respondieron a la válida posición de cada una de las partes: la de Soler de marcarse límites y la de la dirigencia de delimitar lo expuesto por el DT la mañana del pasado lunes: ganar siete de nueve puntos ante El Nacional, Técnico Universitario y Liga de Loja, o caso contrario cerrar la historia con la salida del estratega argentino. Pero ayer, pese a los consensos ya logrados entre las partes, se abrió otra reunión en el predio de Patamarca, otra vez ante la sombra de los jugadores, que volvieron a practicar con olor a misterio, cuando luego de tres días de sismos lo que ellos necesitan es estar en paz y entrenarse en paz para el partido del domingo, tras el cual puede pasar lo que ellos no quieren: que el director técnico se vaya. El plantel ha manifestado su apoyo a Luis Soler. La relación Soler y el presidente Julio León siempre se llevaron bien. Ambos remaron siempre hacia el mismo norte. En algunos tiempos con el viento a favor, y en otros tiempos remaron a contracorriente. Ambos se resistieron a que el proyecto deportivo -como el DT denominó al trabajó que dio marcha el 13 de julio de 2010- se desplome en los tiempos críticos. León cree de forma genuina en los procesos y Soler, empático con los jugadores, cree en su talante como formador de juveniles y jóvenes y ha confiado con los ojos cerrados en su plantel pese a las limitaciones. Ambos han empujado hacia la misma dirección, con las mismas convicciones, con la perspectiva de la realidad adaptada a la realidad de Deportivo Cuenca. Sin embargo, luego de dos años y dos meses de proceso de resultados buenos y resultados malos, la relación entre Deportivo Cuenca y el entrenador argentino se ha agrietado, algo que ha robado la tranquilidad de los jugadores y calado en sus emociones. Ya ha quedado algo claro: si Soler no saca siete de nueve puntos se va. ¿Para qué alargar la estela de la incertidumbre y el misterio? Esto crea confusión y desconecta más a los jugadores. Sobre ellos, objetivamente, se ha volcado la enorme presión desprendida de las decisiones de Soler y la directiva. Los jugadores son los que entrarán a la cancha y deberán obtener los siete puntos demandados para que la relación Soler-Deportivo Cuenca, ya agrietada, abra otro capítulo, si es es posible.
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